Otra vez, Dulce se metió literalmente al auditorio en el bolsillo. Y lo mejor de todo fue que esta vez estaba mucho más cerca, a unos pocos metros sobre el escenario. Con una voz cada vez más madura, más limpia, más pulida, bordó todas y cada una de las canciones que nos presentó. Especialmente los fados, brutales, tanto que si uno se fijaba podía ver cómo los músicos que la acompañaban asentían, sonriendo, dándose cuenta de que esa noche Dulce tenía saudade para cantar fados.
Un regalo, una suerte poder disfrutar de Dulce.
Cinema Paradiso
Cançao de embalar (Zeca Alfonso)
En directo, con José Carreras.
2 comentarios:
La verdad que si. Se notaba una complicidad entre ella y sus músicos que te hacia que fueras parte tu también.
Muchas gracias Chisco :)
Me quedé con las ganas...por desastre. Cuelga esa letra deliciosa de la que hablábamos ayer, por favor...
(Qué alegría me da volver a ver tu blog, lástima de tiempo perdido en otros "similares" (puag); desde aquí, gracias por la paciencia, por los consejos, y por ese apoyo incondicional en el cual estás doctorado, caballero)
mil besos
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