Preparar otra guerra
Julio Anguita González / mar 11
La situación más que excepcional es de extrema emergencia. Nosotros, los trabajadores y asalariados en general, los pensionistas, los que siempre hemos estado a favor de una nueva situación de democracia plena y por ello anticapitalista y en fin, los que hemos exigido a los poderes públicos justicia, ética y dignidad, hemos perdido una guerra; aceptémoslo, no huyamos de la realidad y no incurramos en escapismos dilatorios.
¿Qué guerra? La de la lucha de clases exacerbada e intensificada como consecuencia de la crisis de sobreproducción y, en el caso europeo, conducida victoriosamente por los intereses que impusieron los tratados que dieron lugar al nacimiento de la UE. Los avances sociales reflejados en documentos tales como las constituciones mejicana de 1917, Weimar de 1919 soviética de 1936 o la declaración de Derechos Humanos de 1948 e incluso en el funcionamiento del llamado Estado de Bienestar no sólo han sido violados en la práctica sino que ya se plantea el que sean eliminados en las futuras constituciones y otros documentos.
Pero erraríamos si creyéramos que las medidas de ajuste que se están imponiendo y las que se anuncian tienen como fin principal el ahorro de gastos sociales, la privatización de fondos y recursos públicos. El eje que conduce esta política tiene vectores de fuerza: desandar la Historia, romper toda disidencia organizada y consolidar un orden social a imagen y semejanza del siglo XIX.
Si los que en esta hora seguimos manteniendo la voluntad de oponerse a esta agresión queremos hacer buena esa decisión, debemos ser conscientes de que con la guerra perdida, también han acabado las estrategias, tácticas, alianzas, esquemas organizativos y discurso político propios de esa época pasada.
En la revista Sin Permiso de la segunda semana de Febrero Litus Alonso escribió "…y el papel de los sindicatos, es aún más relevante en un contexto de ausencia de alternativas políticas con peso significativo a la izquierda del PSOE. Los sindicatos no pueden cubrir muchos de los problemas que se derivan de esa ausencia, y hoy por hoy es impensable que puedan generar una alternativa propia.”
Esta gran verdad debe servirnos para asumir que nunca debemos confiar en que otros hagan lo que nos corresponde a nosotros. En consecuencia debemos aplicarnos ala tarea de lo que en otras épocas denominamos Construir la Alternativa. Y ello significa, aparte de tomarnos en serio el reto, que todo nuestro despliegue se fundamenta en la plena soberanía e independencia con respecto a sindicatos y otras fuerzas políticas. No podemos tener a un sindicato o dos como referencia reglada y estatuida; Todos o algunos pueden ser nuestros aliados según el programa, la acción o la coyuntura pero nada más. E igualmente debemos huir de las cruzadas y campañas que sin contenido transformador concreto, no se basen nada más que en añoranzas, pasado histórico, siglas u oportunismo para conseguir peso institucional pero sin capacidad de cambiar cosas; las instituciones no son metas o destinos finales sino instrumentos, mecanismos y centros de poder al servicio de la ciudadanía; las debemos gobernar pero también cambiar y dirigir hacia objetivos de participación y de lucha social e ideológica.
Creo que se impone una estrategia que tenga por núcleo y eje una alianza con sectores de población, militantes de otros colectivos y fuerzas del pensamiento que conlleve un proceso constituyente hacia una formación política y social que sirva para consolidar un bloque ciudadano capaz de gobernar en el sentido más amplio de la palabra. Este Frente Cívico o como quiera llamársele parte de una Convocatoria que debemos hacer con todos los riesgos e inseguridades que ello conlleve; no es nada nuevo en nuestra historia.
Y como paso previo e inicial, sellar el proceso de alianza con un programa para las inmediatas elecciones generales y más allá con los siguientes contenidos que no pretenden por mi parte ser exclusivos sino elementos para un debate programático.
Este programa se asienta en torno a dos ideas que, de por sí mismas, ya contienen la carga ideológica y de valores necesaria para el nuevo combate:
- 1ª.- La Economía debe supeditarse al mantenimiento de la Biosfera.
- 2ª.- La Economía está al servicio de las necesidades humanas y los DDHH.
En base a ello y a otras consideraciones de nuestra herencia política y cultural y además a las necesidades inmediatas de los trabajadores y la ciudadanía en general, pienso que la alianza se generaría en torno a estos diez puntos:
1.-La pensión mínima debe equiparse al Salario Mínimo Interprofesional.
2 Quedan sin efecto los recortes en los salarios de los funcionarios y la congelación de las pensiones.
3.- Persecución del fraude fiscal, con los instrumentos creados para ello y Reforma fiscal en el sentido de una auténtica progresividad.
4.- Paralización inmediata de los procesos y procedimientos contra las personas acusadas de impago de la hipoteca de su vivienda siempre y cuando se demuestre que no pueden hacerlo y además sea su única vivienda.
5.- Creación de una banca pública tras la nacionalización de la privada. Así mismo se nacionalizarían las cajas de ahorros.
6.- Plan de vivienda basado en rehabilitaciones, gravámenes a las sin habitar y creación e un parque público para alquiler.
7.- Nacionalizaciones de los sectores estratégicos de la economía.
8.- Ley de la sostenibilidad económica.
9. Nueva ley electoral
10.- Separación efectiva del Estado y la Iglesia.
Sin duda que esta propuesta para el debate y la acción recuerda a otros momentos de la agitada Historia de España; no tengo inconveniente en darles la razón.
Leído en La Atalaya
2 comentarios:
Me apunto a la guerra.
Yo también.
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