lunes, julio 14, 2008

Excursion al norte

Como preparativo a las caminatas que nos daremos por USA (Bea, que vamos palla!) Temeroso por mi aun activa faringitis, decidi arriesgarme a ir con mis amigos de excursion al norte de Extremadura. No hacia excesivo calor, por lo que supuse que mi malograda garganta no sufriria demasiado los aires acondicionados de coches y demas recintos que tanto mal hacen en estas fechas, y parece que acerte.

Paquino y Chisk

A media mañana, nos encaminamos con nuestro coche por la autovia de la plata, rumbo a la comarca de Trasierra y tierras de Granadilla. Conozco la zona, no obstante mi padre y abuelos son de alli, pero siempre es un placer redescubrirla con los amigos. Nuestra primera parada fue Caparra, municipio romano de mediana importancia, debido principalmente a que la Via de la Plata lo atravisa por el mismo centro. Recuerdo que, de chico, cuando ibamos a ver a los abuelos en el 124 de papa, lo unico que se vislumbraba de la poblacion desde la vieja carretera era el caracteristico arco tetrapilo. Siempre imaginabamos lo que podia haber debajo de aquel arco, pero no fue hasta hace pocos años cuando las autoridades se decidieron a redescubrir la ciudad que lo circunda.

Los 4

Dejamos Caparra y nos dirigimos a Hervas, siempre dispuesta a recibirte con las frescas brisas que, en verano, bajan de las montañas. Dimos un agradable paseo por la juderia vieja, entramos en una de las tascas, en la que la zona de la barra del bar estaba tras un largo pasillo que, supusimos, servia de entrada a las bestias hacia el corral de la casa. Riquisimo el vino de pitarra, y tambien muy ricas las "patatas adobadas" con la que nos obsequio el tabernero.

Despues de comer, nos bañamos (bueno, se bañaron los otros tres, que el agua estaba muy fria para mi garganta) en una de las piscinas naturales de la zona. Tras el baño, llegamos hasta Granadilla, pueblo abandonado tras la inundacion producida por el embalse de Gabriel y Galan, y que desde 1980 recibe estacionalmente la visita de jovenes que lo recuperan poco a poco. El pueblo esta rodeado por tupidos bosques de pinos jovenes y, claro esta, por las aguas del embalse. Aqui y alla, pequeños huertos en los que los jovenes habitantes cultivan todo tipo de verduras y frutos en una tierra agradecida, que los engorda (a los frutos y las verduras, se supone) sin mucho esfuerzo.

La torre

De vuelta para casa, nos detuvimos un tiempo en Plasencia, que por costumbre siempre se convierte en el final de nuestras rutas por el norte (Gata-Hurdes-Ambroz-Jerte-Vera). Un dia realmente agradable, con buenos amigos, y que esperamos repetir en otro punto de la geografia ¿Extremeña? ¿Española? ¿Mundial?...