jueves, abril 20, 2017

Me siento ofendido

Dije que había vuelto para expresarme libremente en mi espacio. Me ha costado decidirme a escribir esta entrada, aún tengo el chip "Facebook" o "Twitter", ése que te obliga a ser políticamente correcto (que es diferente de ser educado) hasta el límite para evitar que se te echen a la yugular los eternamente ofendidos.

Asisto, como todos, a un goteo incesante de noticias de gentes y colectivos que se han instalado en el estado "me siento ofendido" de forma continua. Nada que reprochar a los ofendidos, son libres de sentirse así, faltaría más. Bueno, sí les reprocho el hecho de que, normalmente, los que salen en los medios dan un paso adelante: pretenden coartar mi libertad agitando los principios que supuestamente les ha legado su amigo imaginario de turno (el Alá de los muslmanes o el Dios de los cristianos normalmente). Recurrir a un ser sobrenatural para dar validez a tus principos, tratar de imponérselos a los demás y pretender que son los únicos válidos y verdaderos es, como mínimo, tramposo. Ni me compadezcas por cómo decido vivir ni me amenaces con darme una paliza o matarme.

Y todo esto viene a cuenta de:  Un grupo religioso amenaza con boicotear una obra gay sobre la Biblia en Atlanta. La obra en cuestión se representó por primera vez en 1998, lo cual le hace a uno pensar que desde entonces no hemos hecho más que retroceder en determinados aspectos. La imbecilidad encuentra en internet un medio perfecto para expandirse. Está claro que la mayoría de los cristianos, afortunadamente, no reaccionan de esa forma y distinguen perfectamente su ámbito privado de la libertad y el derecho del prójimo a vivir y a ver lo que le plazca. También es justo decir que si la obra hablara del profeta y del Corán ... bueno, me atrevo a decir que eso no sería posible siquiera, no creo que nadie se atreviera, lo cual dice mucho del ENORME problema que tienen los musulmanes para abandonar la Edad Media religiosa en la que se encuentran muchos de ellos.

Es triste ver cómo algunos pretenden hacernos creer que coartar la libertad de los demás nos hace más libres. Tramposo. Torticero. Inaceptable.

La politécnica

Sé que alguno me va a reñir pero qué le voy a hacer, la cabra tira al monte (de la nostalgia). Ayer fui a politécnica a dejar unos cartelillos y unos trípticos de unas jornadas que organiza el Colegio de Ingenieros Informáticos, del que soy vicepresidente (me va la marcha). Y, como cada vez que voy, eché la vista atrás y me vi caminando por cada rincón 20 años atrás. A mí y a Kwin, Paco, Cris, Sonya, Jero, el gran Roof, Consu, Tomás, Raúl ... . Y vi nítidamente a un elefante cruzando la pasarela que une el edificio de servicios comunes con el pabellón de informática (KD, imagino que recuerdas mis carcajadas cuando me enseñaste esa viñeta de tus fantásticos cómics). Y sonreí. Sonreí porque me siento afortunado por todos los momentos que he compartido con ellos. Éramos especiales. Todos somos especiales, pero a los 18-20 añitos que teníamos entonces lo éramos mucho más.

El tiempo pasa rápido, es algo que sabemos todos. Muy rápido. Fijaos: hoy hace más de veinte años de aquellos días. Si entonces hubiéramos echado la vista atrás 20 ó 22 años ... ¡aún no habríamos nacido! ¡Claro que no me olvido de la angustia de los exámenes, de los contínuos cateos en EDA y Laboratorio de Programación, de las cuentas que echábamos para superar ese 60% de créditos aprobados para que nos dieran la beca ...! Pero me quedo con el ajetreo del despacho del periódico, las escapadas a la montaña a comer chocolate, las fiestas de cumpleaños en vuestras casas, las noches terminando las prácticas entre todos ... ¡Qué suerte, qué afortunado he sido!