domingo, enero 16, 2011

Miro hacia atrás en busca de mis recuerdos

Escuché esa canción de Luz por primera vez en el Carrefour de cáceres, mi primer año de universidad. Nostálgico como soy, me acordé inmediatamente de mis compañeros de COU, y de que la mayoría se habían ido muy lejos.

Esta mañana he releído muchas de las entradas de mi antiguo blog, Chisco.bitacoras.com, del que rescato tres de ellas:


Los "mileuristas" - 23 de octubre de 2005

No, no es el título de una película de Ozores o Paco Martínez Soria. Se trata de una nueva subespecie formada por jóvenes de 25-35 años, altamente cualificados, cuyo sueldo ronda los 1000 €/mes.
Leed el artículo de "El País" sobre los "mileuristas", no tiene desperdicio.


Sueños - 23 de noviembre de 2005

Ayer soñé que los muertos volvían de vacaciones a nuestro mundo, de uno a tres meses (dependiendo del trabajo que hubieran realizado en vida). Pero sólo mi padre y yo distinguíamos quién era un muerto que había vuelto de vacaciones y quién era un vivo. Ví al señor Ángel con su esposa, y le dije a mi padre: "papá, el señor Ángel no había muerto hace un par de años?" a lo que mi padre contestó: "sí, pero está de vacaciones"...

20 años de recuerdos - 23 de noviembre de 2005
Ocurre a veces que volvemos a otro espacio y otro tiempo, para revivir experiencias o épocas de nuestras vidas en las que, por el motivo que sea, disfrutamos con plenitud de la realidad que nos rodeaba. Una de estas épocas, cómo no, es la infancia.

El Domingo volví a Herrera de Alcántara. Hacía 20 años, desde que salimos del pueblo buscando otro destino, que no lo visitaba. Mi recuerdo, a pesar de estos 20 años, siempre permaneció nítido y puro.

Qué sensación, dios mío, al entrar por la vieja carretera jalonada por 2 enormes tinajas, las mismas tinajas de entonces. Qué emoción al ver el mismo paseo poblado por unos pocos bancos de hierro forjado, los mismos bancos de entonces. Qué bullir, qué sorpresa, qué cosquilleo celular al llegar a la explanada con la vieja escuela, el ayuntamiento, las casas de los maestros ... la misma escuela, el mismo ayuntamiento, las mismas casas. Caminé calle abajo y vi mi casa. Mi casa. Exactamente igual a como yo la recordaba, el mismo patio, el pozo al pie del naranjo, los nidos de golondrina en el ángulo de las cornisas, el kiosko a unos pocos metros, la tienda de golosinas, la calle por la que correteaba con mis amigos, las ventanas por las que asomaban nuestras madres a llamarnos cuando caía la noche... todo igual a como yo lo recordaba. A unos 50 metros de mi casa, el estanco; un poco más abajo, la torre del reloj y a su lado el bar de Puri; junto a la Iglesia, la tienda de golosinas de la anciana "María Carrera" ... nada había cambiado.

Recordé el día en el que le pedí a mi hermano que me quitara los patines de la bicicleta, porque ya no los apoyaba en el suelo. Recordé cómo me gritaba que tuviera cuidado cuando salí zumbando con la bici cuando desatornilló los patines. Recordé el día en que mi madre y yo saltamos la valla de entrada a nuestra casa porque habíamos olvidado la llave de la puerta. Recordé los gustanitos de naranjito de a 5 pesetas, los helados de menta de a 15, los palotes y los peta-zetas.

Me emocioné como hacía tiempo que no lo hacía, y dí gracias al responsable de esta vida por haberme regalado esos momentos tan felices. Recordé que, a pesar de todo y aunque sólo sea por la infancia, el mejor de los regalos, digo que recordé ... ¡qué bello es vivir!