sábado, julio 23, 2011

En compás de espera

El acuerdo alcanzado este jueves por los jefes de gobierno de la UE no parece malo (dentro de todas las posibilidades que había), supone un balón de oxígeno para una asfixiada Grecia, a la que se le da la oportunidad de poner algo de orden en sus cuentas gracias al alargamiento de plazos y rebaja en los intereses de su deuda (una "reestructuración suave" lo llaman). Y menos malo me parece aún por las críticas que ha recibido Angela Merkel en algunos sectores económicos de su país, de quien dicen que se ha bajado los pantalones y ha cedido al "chantaje europeo". Mejor ceder a ese "chantaje" que poner a todo un país entre la espada y la pared. Hay que pedir que Grecia rinda cuentas ante los europeos, sí. Mintieron, sí. Pero no se les puede pedir más de la cuenta (conviene recordar que a la propia Alemania le pidieron en una ocasión mucho más de la cuenta, al final de la Primera Guerra Mundial, y todos sabemos en qué desembocó aquello). Y, sobre todo, hay que dejarles salida, hay que dejarles ver que tienen futuro.

Pero la situación sigue siendo crítica, tanto a este lado del atlántico como al otro. Prueba de ello es que apenas día y medio después del gran acuerdo europeo, las temidas primas de riesgo volvían a subir en Italia y España por las amenazas de las odiadas agencias de calificación (Fitch, S&P y Moody's). Ahora la pelota está en el techo de USA, donde sí o sí tienen que llegar a un acuerdo para aumentar el techo de deuda e impedir que caigan en impago.

La situación Europea, tanto como la de USA, pueden provocar una tormenta sin precedentes (lo de Lehman sería un juego de niños) en el mundo financiero y bancario, que llegaría con una crudeza escalofriante a las casas de los ciudadanos. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero comprendemos mejor las cosas a base de ellas: no se puede simplificar la situación, como algunos quieren hacer. No se puede comparar, por ejemplo, la situación que vivió Argentina (o la de Islandia) con la de Grecia y, menos aún, con la de España o Italia. Y mucho menos, con la de USA. Grecia es un país chiquitito, sí, pero los lazos financieros que la unen con el resto de países europeos y a éstos con el resto del mundo son mucho mayores. Italia y España están entre las diez mayores economías del mundo. Imagínense lo que supondría un colapso de cualquiera de los dos. Imagínense lo que supondría un colapso de los dos. Y mejor no se imaginen lo que supondría un colapso de la mayor economía del mundo.

Nuevamente, sólo nos resta confiar en que nuestros líderes estén a la altura de las circunstancias y que tengan la suficiente visión histórica como para superar este decisivo momento. Por mi parte, hay decisiones que me superan y que no entiendo, y que espero que sean acertadas (por ejemplo, el empecinamiento de Trichet por estrangular el crecimiento europeo a base de subir los tipos de interés). Creo que queda poco para clarificar la situación, que ha llegado el momento de la verdad. Para bien o para mal ...

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