
La Torre Flatiron, el primer "rascacielos" de NY. Junto a nuestra "casa".
Manhattan es un lugar muy fácil de recorrer. Las avenidas se numeran en orden creciente de derecha a izquierda; las calles, de sur a norte; aunque en la zona más al sur, el DownTown, tienen sus propios nombres. Todo Manhattan se puede recorrer caminando, el pase resulta realmente divertido e interesante: rascacielos aquí y allá, el Rockefeller Center y el Empire State en la 5ª avenida; el edificio Chrysler y las Naciones unidas al este, la Grand Central, las tiendas de moda de la 5ª avenida (entre las que Zara ocupa un lugar muy destacado, en una de las mejores esquinas)... en fin, que uno no deja de sorprenderse a cada paso que da por la gran manzana.

5ª con la 57st
Sorprenden los rascacielos, sí, pero también sorprenden las "pequeñas" placitas con parques aquí y allá (parecen pequeñas por la inmensidad de los edificios que las rodean, pero en realidad no lo son tanto). Nueva York puede parecer la ciudad de los tópicos, al ser la más televisada de todas las ciudades del mundo: sí, es cierto que sale humo de las alcantarillas, es cierto también lo de las casitas con escaleras que llevan a la puerta de entrada, también es verdad lo del lujo de la 5ª avenida, y que la gente de NY es muy abierta y simpática y que nadie se siente extraño en NY... ¿y qué hay de malo en todos estos tópicos? Nada.
Todo el mundo es neoyorquino en NY. No exagero, es la pura verdad. La ciudad te abraza nada más recibirte. Es una ciudad cálida, a pesar de las moles de hormigón y cristal de sus rascacielos, salpicada de vez en cuando por esos parquecitos y por iglesias y catedrales como la de San Patricio, en la 5ª avenida, la mayor catedral Católica de EE.UU.

St. Patrick
Ah, lo de las ardillas en Central Park también es cierto. Bueno, en Central Park y en cualquier parque de la ciudad: todos están llenos de ardillas, o squirrels, como las llaman ellos.
En el pulmón de NY, Central Park (en el centro de Manhattan, de ahí lo de "Central", uno puede encontrar de todo: el Metropolitan, entre los mejores museos del mundo, decenas de carritos de hot dogs, mucho césped en el que tumbarse a comer algo de comida al peso comprada en los numerosos Deli's que pueblan Manhattan, ardillas pululando aquí y allá, y una vista increíble de la ciudad.
En la zona sur-este, está el famoso puente de Brooklyn. Cruzamos en metro desde la calle 23 hasta el interior de Brooklyn, queríamos cruzar el puente caminando de Brooklyn a Manhattan. Realmente la vista del Downtown es impresionante. Además, uno comprende eso de que la estatua de la libertad ilumina al a ciudad de Nueva York cuando lo ve desde el puente de Brooklyn.

DownTown desde el puente de Brooklyn.
Más al sur, la zona cero (Ground Zero). Lo que más me impresionó, además claro está del inmenso solar dejado por las torres y los edificios que se derrumbaron con ellas, fue la Trinity Church, una iglesita situada apenas unas decenas de metros de las torres, en la que se refugiaron muchos de los que ese fatídico día se encontraban por allí. Ahora es una especie de museo-memorial a todos los que murieron allí, tanto bomberos y personal de salvamento, como los trabajadores de las torres.

Ferry a la Libertad.
A poca distancia de la zona cero está Battery Park, el punto de salida del Ferry a la isla de la Libertad y Ellis Island. Battery Park está lleno de vendedores ambulantes, titiriteros y funambulistas, realmente es agradable pasar un rato allí. El Ferry que hace el circuito Liberty Island - Ellis Island cuesta 14 $. La visita bien merece el precio. La estatua es una maravilla, impresiona y emociona estar a sus pies, disfrutar de la vista de la ciudad con la estatua en primer plano. Ellis Island era el punto de desembarque de inmigrantes durante finales del XIX y comienzos del XX. Allí se les censaba, y en la acutalidad se conserva un museo que cuenta la historia y los sufrimientos que pasaron estas gentes (en su inmensa mayoría Europeos) para llegar a la que era entonces la tierra prometida, la tierra de las oportunidades.

La Libertad.
Bueno, además de los paseos por Manhattan, la visita a Washington Square (sí, donde estaban la casa de Will Smith en "Soy Leyenda"), hartarnos en los Deli's (dios, qué comida más rica!), tomar unas cervezas en Little Italy, recorrer una a una todas las tiendas y recovecos de ChinaTown (la curiosidad de mi compañero de viaje no tenía límites), dejarnos empapar de la elegancia del SoHo, pasear por Greenwich Village hasta la bahía desde la que se divisan New Jersey y New York; pues eso, además de todo eso, no podíamos dejar de ir a comprobar si la leyenda negra del Bronx era tan negra.

Little Italy
... y lo único que tiene de negro el Bronx son sus habitantes. Sí, se nota claramente que fue una zona muy deprimida y peligrosa, pero ahora lo que se nota es que está resurgiendo, tirando para arriba, está llena de vitalidad y de ilusiones. La arquitectura del Bronx no tiene nada que ver con la del resto de NY. Yo la copararía a la de una ciudad caribeña (aunque no he estado nunca en el caribe). Sorprende también la cantidad de negocios, de tiendas de servicios que hay por allí: ropas, supermercados, peluquerías, talleres: todas las casas tienen un pequeño o gran negocio en su puerta. Por cierto, allí nos zampamos una pizza enorme con un par de refrescos de cerveza de raíz (la pizza riquísima, los refrescos asquerosos) por apenas 5 $. La comida en Nueva York es muy barata, la ropa también; en el Bronx, mucho más.
Dejamos Nueva York un poco con el corazón encogido, como cuando uno se va de casa de un familiar al que ha ido a visitar de vacaciones y que le ha tratado muy bien. Nuestro familiar, NY, nos había tratado realmente bien y era justo sentir ahora este pequeño vacío. Salimos de la oficina de alquiler con nuestro flamante Chrysler Sebring descapotable, rumbo a Niágara, y el recuerdo de NY comenzó a ocupar un sitio preferente en nuestra memoria.