viernes, marzo 16, 2007

Todo me ocurre en el más perfecto orden divino de las cosas

Hoy he comido con José y Matías. Al cabo de un rato, Mati nos ha dejado y hemos quedado solos José y yo. El domingo se va a Brasil y de ahí a EEUU, estará al menos un mes fuera. Hemos tenido una larga charla, sobre nuestra historia común en la Cooperativa, nuestros difíciles inicios y la buena relación de amistad que ha quedado. En un momento de la sobremesa, se ha echado a llorar y ha dicho que mi llegada marcó un hito en su vida, que le he cambiado, que he sabido comprenderle y, sobre todo, que he sabido no juzgarle. Yo también me he emocionado y me he sentido muy afortunado por tenerlo como amigo. Ahora está en una situación un poco fluctuante, no tiene trabajo y no está seguro de a qué se dedicará. Espero que tenga toda la suerte del mundo.

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